20 sept 2012

UN BAÚL DE RECUERDOS



                                                 IV

Orellana, Luis, Lucía, Josefina, Maria a., Gabriela

Traía en mi corazón en mi mente y en mis recuerdos un gran baúl cerrado bajo llaves, algo así como un tesoro olvidado en tantas islas de la vida…
El baúl estaba repleto de nombres, hechos y recuerdos, pero un poderoso candado hacía inútil pretender abrirlo.
Un día inevitablemente el baúl se abriría y no hubo que esperar mucho para ello. 
No fue demasiado tarde.
Yo trabajaba como profesor y todo iba en ritmo ascendente. No me detenía en el pasado y el recuerdo de la Escuela Experimental de Educación Artística, formaba parte de un velo oculto que no se asomó ya más en mi vida.
Otra historia, un episodio del ayer.

Una tarde recibí un llamado extraño y aunque fue de gran emoción reconocer aquella voz y aquel lenguaje, no produjo mayor inquietud en mis sentimientos.
Era la voz de uno de mis compañeros de la Escuela Experimental Artística, uno de los que estuvo conmigo entre los años 1962 y 1967.
Me habló de que habían logrado contactar a varios y que con cierta frecuencia se reunían, que todo era emocionante y hermoso.
Su voz evocaba en mi, horas y momentos.
Me nombró a cada uno de ellos y en forma automática yo reconstruí en mi mente los rostros y las figuras, las risas y los conflictos.
Y dije que probablemente asistiría a la próxima cita.
Pero por esos días, en que me sonreía la plenitud, sabía ciertamente que no sería así.

Las instancias de la vida hicieron cambiar abruptamente todo.
Y de mis días de vana gloria pasé al silencio de los seres anónimos.
De pronto me vi sólo, envuelto en torbellinos, con la decepción de los procesos sociales, buscando respuestas.
Y volví la mirada al pasado.
Y el pasado curiosamente, siempre está allí.
 El pasado te espera, es como un aliado permanente que para bien o para mal abre sus puertas cuando le visitas. Incluso puede invitarte para que te quedes allí para siempre.
Y mis ojos y mis pensamientos volvieron al pasado.
Había un gran baúl con historias, personajes, recuerdos, anhelos y sueños que permaneció cerrado por inviernos y primaveras.
Era el momento de abrirlo y sacudir un poco el polvo que se acumuló.
Y en ese baúl estaba la Escuela Experimental Artística.
En ese baúl estaban los nombres de todos mis amigos y compañeros, todos con algo similar en sus vidas, todos genios de entonces y genios del mañana, todos con sus historias y con sus talentos, todos con las trascendencias de la vida del arte y de la creatividad.
Si pusiera acá, cada uno de sus nombres, el lector que me visita se saltaría esas líneas a no ser que fuera  uno de ellos, para verificar que efectivamente no me olvidé de su nombre.
No me olvidé de ninguno, están en mi corazón, en las fotografías que se abrieron para mi como un tesoro cuando llegaron a mis manos.
No olvidé a ninguno.
El baúl de la EEEA, permitió que nada ni nadie se dañara, muy por el contrario todo se engrandeció con el tiempo.
Hasta las viejas y añosas casonas del ayer que hoy obviamente no existen, se recubrieron de nobleza y dignidad: En Huérfanos, en Agustinas, En Amuntegui y finalmente en la segunda cuadra de la calle Dieciocho.
El baúl de mis recuerdos era tan riquísimo como los cofres de los cuentos, que con los años son valorados como los más grandes tesoros.

3 comentarios:

  1. Que linfod recuerdos, yo estuve desde Amunategui, en el medio de la Alameda (cuando nuestra escuela se cayo con el terremoto del 65), la calle 18 y finalmente nos fuimos a La Reina, son tantos y tantos lindos recuerdos, la Margot Guerra, el Inspector Perez, etc., un abrazito desde Toronto!
    vivianchile@yahoo.com

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  2. Yo estudié en la EEEA o EVA en Huerfanos, desde 4º a 6º año con Sr. Pedro Penroz.
    Ojalá me contactara con mis ex.

    Raúl Venegas V. 2-8868328 9-5763312 raulv520@gmail.com

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  3. Si tuviera que dibujar el plano de la EEEA no me equivocaria mucho.
    La entrada con su mampara hacia un patio rodeado de diferentes puertas que daban acceso a los salones de clases, luego hacia la izquierda un corto pasillo que desembocaba en el gran patio. El comedor a la.izqierda y la derecha una gran galería abierta que conducía a otros salones. Al fondo se encontraba la gran cocina donde pasaba todo el tiempo que me fuese posible. Recuerdo muy bien el día en que ayudé a preparar una gran torta porque era el aniversario de EEEA.
    Me gustaba llegar temprano así podía ayudar a servir el desayuno de los que estaban en el internado, también repartia en invierno una taza de leche caliente, de la inmensa olla de aluminio, que la acompañaban con una marraqueta con dulce de membrillo.
    Tengo muchos buenos recuerdos de mi paso por EEEA, lamento no recordar los nombres de mis compañeros, pues yo no era muy sociable, solo recuerdo a Dania Duffau y de Héctor Contreras.

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